Hasta el último aliento
Si los pingüinos emperadores fueran coches, la grúa los llevaría muy a menudo hasta la gasolinera con el depósito vacío. Estas aves antárticas pueden sumergirse hasta 500 metros de profundidad durante nada más y nada menos que 23 minutos. Cuando vuelven a la superficie, casi no queda un ápice de oxígeno en su sangre o en sus pulmones, según se informa en la edición del 15 de diciembre de la revista The Journal of Experimental Biology. Los investigadores han descubierto los bajísimos niveles de O2 equipando a las aves con mochilas que contenían sensores y de oxígeno y grabadoras de datos. Si se tratase de humanos, un nivel de privación de oxígeno similar dañaría los tejidos y provocaría una pérdida del conocimiento. Pero estos nadadores, simplemente toman aire y vuelta a empezar. (Foto: K. Ponganis)
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