¿Puede evitarse el hambre en el mundo?
En 1798, el economista británico Thomas Malthus predijo que la población mundial pronto superaría su capacidad para alimentarse a sí misma. Aunque se han realizado pronunciamientos similares en cada generación, la escasez de comida no es el problema básico, dice David Blandford.
Blandford, profesor de economía agrícola en la Universidad Estatal de Pennsylvania, apunta a las recientes conclusiones de la Organización de Alimentos y Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas. Tal y como cita, “Lo que demuestra el análisis de la FAO es que el suministro total de comida es más que adecuado para cubrir las necesidades calóricas de toda la población mundial”.
Es más, Blandford confía que “dadas las tendencias esperadas para productividad y progreso tecnológico esto continuará siendo así conforme la población mundial se expanda hasta el punto en la que se estabilice, lo cual será en algún momento a mediados de este siglo”.
Aunque la División de Población de las Naciones Unidas prevé una población global de 9300 millones de personas para 2050, Blandford cree que el principal problema en el suministro de alimentos a nivel mundial no es que haya una población abrumadoramente grande, sino que hay una carencia de estructuras sociales para distribuir de forma adecuada la comida que existe.
El dinero – o la carencia del mismo – es el mayor obstáculo, explica Blandford. “La mayor parte de los problemas actuales de desnutrición son debidos a la pobreza. El alimento está disponible pero algunos grupos son incapaces de obtenerlo simplemente porque no tienen los ingresos necesarios. Encontramos este problema en todos los países, no sólo en aquellos en los que la renta per cápita es baja”.
Crear una mejor infraestructura para la distribución de alimentos — principalmente en forma de vehículos de transporte para desplazar comida por todo el mundo — también es costoso. “Cuando es demasiado difícil o caro desplazar la comida de áreas de superávit a áreas con déficit, la gente se queda sin acceso a comprar comida cuando la necesitan”, dice Blandford.
“La inestabilidad política, principalmente guerras civiles y conflictos internos, es la principal fuente de inseguridad alimenticia en el mundo desarrollado, más que cualquier carencia de potencial agrícola”, añade Blandford, apuntando al ejemplo de Zimbabwe. Aunque en un tiempo las naciones africanas eran líderes en exportación de grano y otros productos agrícolas, “las políticas gubernamentales restrictivas sobre los propietarios y la operación de la tierra, así como la pobre gestión de la economía global, han cambiado Zimbabwe a un país en el cual gran parte de la población está al borde de la subsistencia, o ha emigrado para sobrevivir”.
Otra tema de potencial preocupación para el suministro alimenticio mundial, dice Blandford, es el incremento en la demanda de biocombustibles. “Cuando el grano, particularmente el maíz, es dirigido hacia tal uso, el precio del maíz tiende a subir”, explica, “y esto tiene un efecto de ola sobre los precios de otras comodidades y el precio de la comida”.
“Aunque no hay una forma fácil de solucionarlo”, concluye Blandford, “la esperanza es que podamos trabajar hacia la creación de unos mejores sistemas de distribución, de forma que podamos reducir la crisis de hambruna y malnutrición en todo el mundo”.
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