El sistema Tierra-Luna

En el lugar donde pasé estas últimas vacaciones de verano se veía un despejado y estrellado cielo, con una bonita Luna al caer la noche. Una de esas noches salí a mirar el cielo con mi hijo de 3 años, lo cogí en brazos y jugamos a intentar coger la Luna (no os riáis: las estrellas están todavía más lejos). Le expliqué que no podíamos cogerla porque estaba muy lejos; que aunque parecía pequeña era muy grande, pero que la veíamos pequeña precisamente porque estaba muy lejos. Lo dejé en el suelo y nos disponíamos a caminar. De pronto, se paró y me formuló una inesperada pregunta: Papá, ¿por qué la Luna no cae? Y esa pregunta me dio la idea para hacer un post sobre el carácter del sistema Tierra-Luna que será el tema central en nuestra historia de hoy.

Hay quien afirma que, sin La Luna, la vida en la Tierra no hubiera sido posible. Cuando supe de esa opinión pensé en un principio que exageraban, pero no. Quizás sí habría habido vida en la Tierra sin la existencia de la Luna pero, desde luego, no como la conocemos. Hay que decir que tenemos un caso bien curioso en el Sistema Solar. Nuestra Luna no es el satélite más grande que tenga un planeta, pero sí es el más grande en relación con el planeta alrededor del que orbita.

Para empezar, si no hubiera Luna, la Tierra daría una vuelta cada 8 horas en lugar de cada 24. En un año habría 1.095 días de 8 horas. Con una velocidad de rotación como esa los vientos serían mucho más potentes de lo que conocemos hoy día, la atmósfera tendría mucho más oxígeno y el campo magnético sería 3 veces más intenso. Es evidente que la vida animal y vegetal habría evolucionado de forma totalmente diferente a como lo ha hecho. Que tengamos días de 24 horas nos favorece mucho para que los cambios de temperatura no sean excesivamente bruscos del día a la noche para nuestras formas de vida. Y si nos paramos a pensar un poco más, los relojes biológicos (en caso de existir) estarían ligados a un ciclo de 8 horas y no de 24.

La Tierra, por tanto, ha ido frenando su rotación. La razón de ello está en las mareas. El efecto gravitatorio de la Luna sobre la Tierra se ve muy bien a través del fenómeno de la subida y bajada de nivel de las aguas. Nuestra Luna provoca un achatamiento de las aguas en la Tierra de manera que estas intentan irse por encima del continente. Dicho continente, no obstante, no le deja y como resultado de ello y otros detalles más sutiles, tenemos una fricción que hace que nuestro planeta vaya disminuyendo su rotación poco a poco. Y si la Tierra ralentiza su rotación, la Luna debe alejarse. O sea, que no solo no cae, como en un principio pensaba mi hijo, sino que se aleja.

Esto requiere una explicación más detallada. ¿Recordáis los patinadores sobre hielo? ¿recordáis cuando se ponen a girar sobre su eje con sus brazos extendidos y a medida que los pegan a su cuerpo, se incrementa la velocidad de rotación (por favor, algún amable patinador que me explique cómo se lo hacen para no marearse).

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