Cuando el arte y la ciencia se encuentran, surge un Smiley
Paul Rothemund es un científico especialista en computación y un artista, aunque no necesariamente en ese orden. Empleando unas pocas moléculas de ADN, un microscópico atómico y una computadora, puede meter 50.000 millones de caras sonrientes en un espacio no mayor que una gota de agua.
Tothermund llama a su cóctel de arte, biología y tecnología “origami de ADN“, ya que se crea usando cientos de hebras cortas de ADN (a las que Rothemund llama “grapas”) para doblar lazos genéticos mucho más largos y crear con ellos formas y patrones a nanoescala.
Las microscópicas creaciones resultantes se pueden contemplar ahora en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) como parte de la exposición “El diseño y la mente elástica”. La muesra incluye imágenes de copos de nieve y mapas; por no mencionar de nuevo a las caras inspiradas en el famoso smiley de la de década de los 70, que apenas miden 100 nanómetros de longitud (una milésima del grosor del ancho de un cabello humano), dos nanómetros de grosor y se componen de aproximadamente 14.000 bases de ADN cada una.
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