¿Hasta dónde eres capaz de llegar por amor?
Un marido ha donado un riñón a su esposa con la que estaba casado desde hace 27 años. El hombre viendo como la salud de su mujer iba decayendo, debido a sus problemas renales y a estar sometida a diálisis desde hace años, decidió ofrecer su riñón para aliviar sus males. La pareja era compatible al 99% y el trasplante se pudo llevar a cabo con éxito.
La reflexión que nos sugiere esta noticia es ¿Hasta donde somos capaces de llegar por amor? ¿Cuántas locuras se hacen en nombre del amor? La literatura y la historia nos ofrecen numerosas muestras. La renuncias al trono son un ejemplo, como el caso de Eduardo VIII, tío de Isabel II de Inglaterra, que renuncia al trono por casarse con Wallis Simpson, una señora norteamericana dos veces divorciada que, en aquella época, no cumplía los exigentes requisitos para ser reina consorte. En su mensaje de despedida hace referencia explicita al amor como la causa de su renuncia: …."podéis creerme si os digo que me ha resultado imposible soportar la pesada carga de la responsabilidad y desempeñar mis funciones como Rey, en la forma en que desearía hacerlo, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo". En este caso no sabemos si esa prueba de amor fue una renuncia o una sabía elección; los Duques de Windsor, que así se les conocía, vivieron de fiesta en fiesta en París, lejos de las responsabilidades y encorsetamiento de la corte.
Recordamos el caso de un hombre enamorado que hacía la vista gorda a la infidelidad de su mujer. A pesar de que esa infidelidad había dado sus frutos y contaba entre su progenie con una hija producto de los escarceos de su mujer con un monitor del gimnasio. El buen hombre decía: cómo no voy a saber que no es mi hija, si cuando se quedó embaraza hacía meses que no hacíamos el amor. Sin embargo, de este tema nunca se hablaba en la pareja; siguiendo la tendencia de que si las cosas no se nombran, no existen.
Dejando de lado estos heroicos episodios, son muchas las personas que han vivido y viven sus pruebas de amor. Cotidianas, sencillas, entrañables, los amantes hacen cosas motivados por los sentimientos amorosos. Según Stendhal los enamorados se someten a pruebas de amor para cerciorarse de los sentimientos del amado. Harías eso por mi, es palabra mágica que ensalza la autoestima del amado. Sin embargo, según Stendhal, las pruebas de amor no son tan aleatorias; los amantes saben intuitivamente hasta donde llega el sacrificio del amado, de forma que, si no quieren que la relación se rompa, no piden ninguna prueba de amor que no este al alcance del amado.
¿Qué has estado dispuesto a hacer por amor? ¿Qué pruebas de amor te han dado? ¿Qué pruebas de amor, tuyas o de otras personas, recuerdas?
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